Por lo menos desde los años 90s, había soñado siempre con poder medir las velocidades de cualquier tipo de proyectil: una piedra lanzada con una resortera, un dardo de una cerbatana, pero muy especialmente, un diábolo de un rifle de aire, o una bala. Aún no sabía en esa época que existía un aparato electrónico con sensores electroópticos y que era capaz de calcular con gran precisión la velocidad de un disparo. Tal era el cronógrafo balístico, y, en esa época, el nombre de la marca Chrony era prácticamente sinónimo de la medición balística.
Pasaron muchos años antes de que pudiera hacerme de un cronógrafo balístico en mis manos. Fue hasta 2014, y para ello tuve que incursionar en el emprendimiento de este producto como negocio. Ni más ni menos que el de la venta en México del cronógrafo balístico Chrony F1, directamente traído por el que entonces era mi socio y mi mejor amigo, de la fábrica de Mississagua, en Ontario, Canadá.
Fue un negocio que empezó viento en popa y con buenas expectativas, pero que por desgracia no duró mucho ni tuvo el auge que yo esperaba. La razón del fracaso fue multifactorial. En primer lugar, la poca profesionalización a mi juicio, por parte del tirador mexicano promedio en ese entonces. Descubrí que era más bien mediocre y muy ignorante si lo comparamos con el tirador norteamericano; así que fueron muy pocos los que mostraron interés en las demostraciones que yo hacía directamente en los campos de tiro en México, y mejor se vendieron más aparatos por medio del sitio de nuestro sitio en internet. En aquella época, ni Amazon ni nadie lo vendía todavía, pero poco faltaba para que esas grandes cadenas del comercio en línea empezaran a comercializarlo, y ese fue otro factor que le pondría fin a esta actividad. El tercero, fue la subida repentina del valor del dólar ese año. De pronto ya no era rentable venderlo al precio en el que se ofertaba, y además la gente no tenía tampoco la liquidez para comprarlo.
Tal vez fueron veinte o veinticinco cronógrafos balísticos Chrony F1, los que se trajeron directamente de la fábrica de Canadá a México para comercializarlos. De esos, me quedé con uno solo, y es sobre de el que va esta historia.
Un buen día, quizás al año siguiente en 2015, estaba usando mi amado Chrony F1 para hacer una medición balística, cuando un proyectil alcanzó el cable plano que comunica los sensores (y que sobresalía siempre un poco de la caja metálica) rompiéndolo por la mitad, pero sin cercenarlo totalmente. Fui tan increíblemente torpe, que traté de repararlo yo mismo de la peor manera posible, es decir, sustituyendo el cable completo desde los circuitos impresos a los que estaba soldado.
Lo primero que sucedió es que, por más que lo busqué en las tiendas especializadas del Centro, jamás pude conseguir el mismo tipo de cable plano de tres hilos. Lo sustituí por otro diferente, también de tres hilos, pero redondo y del calibre más aproximado.
El verdadero desafío llegó cuando primero desoldé el cable original del circuito impreso y luego intenté volver a soldar el nuevo. Pero usé un cautín que no tenía control de temperatura, y probablemente una soldadura igualmente inadecuada para ese trabajo, demasiada pasta para soldar... y el resultado fue que lo eché a perder. El exceso de temperatura dañó las pistas del circuito impreso levantándolas o quemándolas. Luego, un tiempo después, la pequeña pantalla del display también se rompió (aunque ya no recuerdo cómo), y con eso solo me quedó un cronógrafo balístico totalmente inservible.
Durante 10 años me olvidé de mi viejo Chrony F1, con gran coraje y tristeza en un principio. Pero el tiempo pasa y uno va superando las cosas dolorosas.
Recientemente (diez años después) le presté atención de nuevo, pues, aunque dañado, aún tengo cada uno de los componentes e incluso su caja original.
Otro factor de importancia que me impulsa para este proyecto de querer repararlo es qué, organizando mis libros viejos, me encontré con un libro de Arduino que compré en 2013 y que en ese entonces no terminé de leer. Habiéndolo encontrado de nuevo retomé su lectura. Entonces comencé a investigar más y ahora sé que puedo devolverle la vida a mi viejo Chrony usando un Arduino Nano y conocimientos básicos de electrónica que ahora poseo y que antes no tenía. De cualquier forma, estoy muy lejos de ser un experto (en realidad soy un principiante de electrónica con algo de conocimiento básico). Sin embargo, ya me autoconvencí de que este proyecto es posible.
¿Por qué solamente no compro un cronógrafo balístico nuevo y ya?
En primer lugar, porque la marca Chrony que duró muchos años, ya no existe. Desde el 2021 creo (en plena pandemia) desapareció del mercado. Se dice que el dueño de la empresa, seguro un hombre ya mayor, falleció. Otros dicen que además de esto, fue que no se renovó tecnológicamente y que sus competidores como ProChrono, Caldwell, Oehler, y varios más, le quitaron demasiada cuota de mercado y que por eso decidió cerrar la casi mítica empresa. (Hoy se consiguen en internet cronógrafos balísticos chinos, por ejemplo, en bastante menos que el equivalente de 100 dólares). Además, existen nuevos tipos de cronógrafos basados en radar Doppler, una tecnología más avanzada y aún más precisa de medición balística, aunque todavía es algo costosa.
Como sea, le tengo demasiado cariño a este viejo Chrony F1, me recuerda una época de mi vida también. Y además, más allá de la nostalgia, es un proyecto que creo que puedo acometer con éxito esta vez. Es un desafío que requiere estudio y conocimiento técnico. Es una oportunidad de aprender y de demostrarme que lo puedo hacer.
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