lunes, 7 de abril de 2014

.380 ACP. Reinventando las formas.




Luego de que recientemente, el mercado Norteamericano ha sido auténticamente invadido por una nueva generación de pequeñas pistolas recamaradas para el veterano 9 mm Browning (.380 Auto), han surgido en consecuencia una nueva gama de municiones para este calibre, cuya re-invención ha sido basada en el renovado estudio de la balística terminal, merced a avanzadas herramientas de análisis científico (ordenadores, cronógrafos electrónicos, diseño y simulación balística por computadora, nuevos procesos industriales, etc.), herramientas todas ellas, con las que el creador de este veterano cartucho, J. Moses Browning, ni siquiera pudo haber soñado hace más de 100 años... Pues bien; el .380 ACP ha renacido totalmente y está más vigente que nunca.





 En el mercado de los Estados Unidos, en dónde los civiles pueden portar un arma oculta (Concealed Carry) para la defensa personal; un cartucho como el 9 mm 'Kurz', caracterizado siempre por tener un retroceso más controlable que el de su poderoso primo el 9 mm Para (9 mm Luger), siempre está a ser tomado en cuenta (y en que forma), por aquellos que prefieren un mayor control a la hora del disparo, sin la necesidad de haber pasado por horas y horas de entrenamiento (y cientos de cartuchos) en el Polígono de Tiro. Así que vamos a ver unos cuantos ejemplos de cómo esta vieja munición, está tomando nuevos bríos.



Una de las novedades que más me ha sorprendido en la reciente evolución de este cartucho .380 ACP (y específicamente en este y no en otros de diferente calibre), es la nueva creación por parte de la empresa Norteamericana 'Polycase Ammunition', de un cartucho ni más ni menos que con el "casquillo" (tradicionalmente metálico), manufacturado esta vez... ¡en material plástico! (polímero)... ¡Asombroso!... En mi vida hubiera imaginado este notable avance, por el hecho de mi imposibilidad para concebir siquiera, cómo una delgada vaina plástica (cuyo culote sin embargo sigue siendo metálico), fuera capaz de soportar los más de 20,000 psi* de presión desarrollados en el disparo de esta munición. *(psi 'Pounds per square inch' o en español: "Libras por pulgada cuadrada")... 



Y pensándolo mejor, en realidad era bastante lógico, pues ya los cartuchos de escopeta habían demostrado desde hacía mucho tiempo, la gran resistencia de ciertos materiales poliméricos o plásticos a la hora de soportar el inmenso calor y presión instantáneas, que se producen dentro del cartucho y de la recámara en el momento del disparo de un arma de fuego. 



Sin embargo hay un truco (ya me parecía demasiado maravilloso como para ser totalmente real). El truco es, que ninguno de los cartuchos 'Polycase' actualmente ofertados en .380 Auto, ninguno de ellos supera los 16,000 psi de presión, y por ende, las velocidades de salida del proyectil son un poco más bajas, no llegando en ningún caso más allá de los 900 fps (pies por segundo), o su equivalente métrico: 274 m/s (metros por segundo), lo cual no está muy lejos de la munición "regular" con casquillo metálico y bala normal de 90 ó 95 'grains' (5.8 ó 6.1 gramos), cuya velocidad es en promedio de 980 fps (299 m/s). Así que sigue siendo "la de plástico" una munición apta, según los parámetros establecidos para este calibre.


Más tendencias: Todo tipo de municiones expansivas y frangibles.






La legislación Norteamericana (a diferencia de la de México y otros países Tercermundistas), permite para el mercado civil la comercialización de munición expansiva y frangible. Los proyectiles expansivos están diseñados para entregar toda su energía cinética dentro de un blanco suave, acuoso y denso, como lo es el tejido biológico (Poder de parada). Tal efecto se logra con el quiebre de la uniformidad física del proyectil en el momento del impacto y su posterior e inmediata penetración a través de dicho medio, sea porque el proyectil se expanda, se rompa, se deforme o se fragmente, mientras avanza transfiriendo toda su energía merced a su intrínseco diseño y constitución que satisfagan a este fin. 


El origen de la munición expansiva de hoy en día, puede rastrearse en tiempos modernos hasta la factoría de la región de 'Dum Dum' en la India del siglo XIX; un suburbio industrial de Bengala Occidental en donde, durante la ocupación colonial Inglesa, los Británicos fabricaron y usaron ampliamente en contra de los salvajes indios colonizados (sin ningún ánimo de compasiva humanidad), municiones expansivas de plomo "blando" (enfatizando este término, pues también existen aleaciones de plomo endurecido), de punta de plomo descubierto con lineas de precorte, y/o de punta hueca. (Hollow Point).

En el ámbito policial, este tipo de municiones expansivas son especialmente "útiles" al descargar por medio de su "potencia de parada", toda su energía cinética en un blanco humano, evitando así la sobre-penetración del proyectil y minimizando los rebotes sobre superficies duras, que igualmente podrían ocasionar herir a terceros inocentes en un escenario (ejemplificado) de un tiroteo policial urbano.



Una de las variantes de este tipo de municiones expansivas (y en este caso también frangibles), es la munición 'Glaser' (punto azul) de la empresa Norteamericana 'Corbon'. Si bien ya tiene algunos años en el mercado, su característica principal la coloca en el punto medio entre las municiones expansivas puras (de punta hueca, 'hollow point') y las frangibles. En el momento del impacto, este proyectil libera cientos de pequeñísimos perdigones contenidos en su ojiva, dejando una herida trufada de restos. Por el efecto terrible de todo este tipo de balas en el cuerpo humano, no es de extrañar que la Convención de Ginebra las haya prohibido hace mucho tiempo a todas ellas (de manera genérica), para su uso en acciones de la Guerra. 



Continuando en la misma linea, las municiones expansivas han alcanzado su máximo desarrollo y su máxima difusión mercadológica (en los Estados Unidos). Muy recientemente, la empresa 'G2 Research Ammo' ha fabricado y comercializado ¡millones! de sus nuevas municiones llamadas 'RIP' (acrónimo en inglés de: 'Radically Invasive Projectile'), y también (sarcástica e irónicamente), acrónimo de la frase latina que todos conocemos: "Requiescat in pacem" Descanse en Paz.




Este nuevo cartucho, cuya ojiva precortada está hecha totalmente de cobre, está orientado a mujeres que utilicen la portación oculta (CCW 'Concealed Carry Weapon') y a tiradores torpes o inexpertos, que bajo fuertes situaciones de tensión emocional, no sean capaces de poner un disparo bien colocado en algún órgano vital de su atacante. Para tal fin, esta bala en el momento del impacto (aún cuando ese impacto sea en un lugar secundario del cuerpo humano), se rompe en afilados "pétalos" de cobre, que marcan cada uno una trayectoria balística secundaria, diferente al  punto de impacto primario. Según los fabricantes, los efectos son que de esta forma es más probable darle a un órgano vital, aún cuando no se le acierte de manera exacta al hacer el primer disparo (o disparos simultáneos), con una deficiente puntería. Huelga decir que los efectos de el trauma sobre el tejido son absolutamente devastadores; como lo revelan las pruebas hechas sobre gelatina balística.





Munición Frangible: Una consecuencia directa del Terrorismo Aéreo.


Desde que los terroristas empezaron a secuestrar aviones en pleno vuelo en los años 70's como medio para redimir sus demandas, hasta los terribles acontecimientos del 11 de Septiembre de 2001 con el "atentado" (o auto-atentado), en donde aviones comerciales fueron secuestrados de sus rutas, para luego ser dirigidos y estrellados contra las Torres Gemelas de Nueva York... Más que nunca, en una época con estas características, los servicios de seguridad han buscado siempre una munición letal contra el atacante, pero al mismo tiempo incapaz de dañar los delicados y ligeros sistemas y estructuras de un avión comercial que vuela presurizado y a gran altura, y cuyo resultado de hacer un disparo desde adentro con balas convencionales, sería catastrófico si penetrara en su delgado fuselaje o dañara sus sensibles sistemas.





Con objeto de satisfacer esta necesidad, fueron creadas las municiones frangibles. No son otra cosa que balas hechas de materiales especialmente diseñados (a menudo polvos metálicos comprimidos a elevadísimas presiones), y que en el momento de dar en el blanco pueden penetrar y lacerar tejidos blandos. Sin embargo, estas balas carecen de "camisa" y por su constitución, se dispersan en una nube de fragmentos cuando chocan contra objetos de más dureza como las frágiles superficies del fuselaje aéreo; o en tierra, en el cuidado de instalaciones industriales y científicas con multitud de equipos que podrían ser dañados con facilidad.



La munición frangible es una buena opción para la defensa personal y en el hogar (en las naciones cuya legislación lo permite). Al igual que la munición expansiva de punta hueca, reduce el riesgo de sobre-penetración y rebotes que pudieran lastimar a terceros inocentes. Sin embargo, dicha munición también tiene sus limitaciones como por ejemplo el hecho de que "el blanco", pudiera refugiarse fácilmente detrás de estructuras como puertas sólidas, refrigeradores, e incluso ventanales gruesos. En dicha situación, la munición del tipo 'Hollow Point' ostenta una mayor oportunidad de poder alcanzar efectivamente al enemigo, aún detrás de la protección de algunas de estas superficies.


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